Sunday, March 09, 2003

Razones contra la guerra de Irak

• La ofensiva imperial de Bush puede cosechar una vorágine de venganza
• EEUU le está diciendo al mundo que se arme como Corea del Norte


NOAM CHOMSKY
Profesor de lingüística en el MIT de Bostón. Autor del libro '11/9/2001'

El Estado más poderoso de la historia ha proclamado que pretende controlar el mundo por la fuerza, una dimensión en la que no tiene rival. Es evidente que el presidente Bush y sus adláteres creen que los instrumentos de violencia que tienen en sus manos son tan extraordinarios que pueden vencer con facilidad y desdén a todo aquel que se interponga en su camino.
Las consecuencias pueden ser catastróficas tanto para Irak como para todo el mundo. Estados Unidos puede cosechar una vorágine de venganza terrorista y acrecentar la posibilidad de un Armagedón nuclear.
Bush, Cheney, Rumsfeld y compañía están entregados a una "ambición imperial", como escribió G. John Ikenberry en la edición de Foreign Affairs de septiembre/octubre: "Un mundo unipolar en el que Estados Unidos no tiene iguales con los que entrar en competencia" y en el que "ningún Estado o coalición se le puede oponer como líder, protector y gendarme mundial". A buen seguro, esta ambición incluye un control mucho mayor de los recursos y las bases militares del golfo Pérsico para imponer una forma preferente de orden en la región.
Incluso antes de que la Administración empezara a batir los tambores de guerra contra Irak, había muchos indicios de que las aventuradas decisiones de EEUU conducirían a la proliferación de armas de destrucción masiva, así como al terror, por disuasión o venganza.
En este momento, Washington está impartiendo al mundo una lección muy desagradable y peligrosa: si queréis defenderos de nosotros, convendría que imitarais a Corea del Norte y plantearais una amenaza militarmente creíble. De lo contrario, os demoleremos.
Hay buenas razones para creer que la guerra con Irak pretende, en parte, mostrarnos lo que nos depara el futuro cuando el imperio decide golpear; aunque guerra difícilmente pueda ser el término apropiado, dado el gran desequilibrio de fuerzas.
Un aluvión de propaganda nos avisa de que si no detenemos a Sadam Husein hoy, él nos destruirá mañana.
El pasado mes de octubre, cuando el Congreso confirió al presidente el poder de declarar la guerra, lo hizo "para defender la seguridad nacional de Estados Unidos contra la amenaza permanente que plantea Irak". Pero ningún país de las inmediaciones de Irak parece demasiado preocupado por Sadam, por mucho que puedan odiar al sanguinario tirano. Quizá sea debido a que sus vecinos saben que el pueblo de Irak se encuentra al borde de la supervivencia. Irak se ha convertido en uno de los estados más débiles de la región. Según apunta un informe de la Academia Americana de Artes y Ciencias, la economía y los gastos militares de Irak suponen un porcentaje mínimo en relación con los de algunos de sus vecinos, incluyendo Kuwait, que sólo cuenta con el 10% de la población de Irak.
Efectivamente, en los últimos años, los países cercanos han intentado reintegrar a Irak en la región. Incluyendo a Irán y Kuwait, ambos invadidos en su momento por Irak.
Sadam se benefició del apoyo de EEUU durante toda la guerra con Irán y posteriormente, hasta el día de la invasión de Kuwait. La mayoría de los responsables de eso vuelven a estar actualmente al mando en Washington. Reagan y la Administración del anterior Bush prestaron ayuda a Sadam, junto con los medios para desarrollar armas de destrucción masiva, cuando era mucho más peligroso que ahora y ya había cometido sus peores crímenes, como el asesinato de miles de kurdos con gas venenoso.
El fin del dominio de Sadam haría desaparecer una horrible carga para el pueblo iraquí. Hay buenas razones para creer que, si la sociedad iraquí no hubiera sido devastada por duras sanciones que fuerzan a la población a confiar en Sadam para sobrevivir, éste podría correr la misma suerte que Ceaucescu y otros crueles tiranos, aunque la realidad es que se le ha fortalecido, a él y a su círculo.
Sadam sigue siendo una amenaza terrible para quienes están a su alcance. Si bien en la actualidad su alcance no va más allá de sus propios dominios, es probable que la agresión de Estados Unidos inspire a una nueva generación de terroristas decididos a vengarse e induzca a Irak a llevar a cabo acciones terroristas presuntamente ya preparadas.
El año pasado, un grupo de trabajo presidido por Gary Hart y Warren Rudman redactó un informe para el Consejo de Relaciones Exteriores: "Norteamérica todavía no está preparada; Norteamérica todavía está en peligro".
Dicho informe advierte de probables ataques terroristas que podrían ser mucho peores que los del 11-S, incluyendo el posible uso de armas de destrucción masiva en este país, peligros que serán "más apremiantes si Estados Unidos entabla la guerra con Irak".
Ahora mismo, Sadam tiene infinidad de motivos para mantener bajo severo control toda arma química y biológica que Irak pueda poseer. No podría proporcionar dichas armas a los Osama bin Laden del mundo, pues representan una terrible amenaza para el mismo Sadam, aparte de la reacción que se produciría si hubiera un solo indicio de que pudiera llevarse a cabo tal mortífera transacción. Además, los halcones de la Administración saben que, excepto como último recurso si le atacan, es muy poco probable que Irak utilice sus armas de destrucción masiva y que corra el riesgo de una incineración instantánea.
Sin embargo, si fuera atacada, la sociedad iraquí se derrumbaría, incluyendo los controles sobre las armas de destrucción masiva. Éstas podrían ser privatizadas, como advierte el especialista en seguridad internacional Daniel Benjamin, y ofrecidas al vasto "mercado de armas no convencionales, donde no tendrían problemas para encontrar compradores". Verdaderamente, nos encontramos ante "un escenario de pesadilla", afirma.
Por lo que respecta al destino del pueblo iraquí en la guerra, nadie puede predecirlo con absoluta confianza: ni la CIA, ni Rumsfeld, ni quienes afirman ser expertos en Irak, nadie. Pero los organismos internacionales de socorro se están preparando para lo peor. Estudios de respetadas organizaciones médicas estiman que el número de víctimas podría ascender a cientos de miles. Documentos confidenciales de la ONU advierten de que una guerra podría provocar una "alarma humanitaria de una escala excepcional"; incluyendo la posibilidad de que el 30% de los niños iraquís mueran por desnutrición.
Pero no parece que la Administración preste atención a las advertencias de los organismos internacionales de socorro sobre las catastróficas consecuencias de un ataque. Los desastres potenciales son una de las muchas razones por las que los seres humanos honestos no contemplan la amenaza o el uso de la violencia, ni en la vida personal ni en los asuntos internacionales, a menos que se les ofrezcan razones que no puedan contener el recurso a la fuerza. Y a buen seguro, no se ha ofrecido nada remotamente parecido a una justificación así.


Noam Chomsky (Distribuido por The New York Times Syndicate).
Traducción de Xavier Nerín.



0 Comments:

Post a Comment

<< Home