Sunday, February 26, 2006

El Estatut vale más que una foto

• Tendremos un buen Estatut y las fuerzas de izquierda no podemos desperdiciar este patrimonio


JOAN Saura
Conseller de Relacions Institucionals i Participació de la Generalitat y presidente de Iniciativa per Catalunya Verds (ICV)

El Estatut que se acordará será una copia exacta del que aprobó el Parlament de Catalunya? No, pero recogerá las cuestiones fundamentales que planteaba el Parlament. ¿Estamos acordando un Estatut recortado? ¿Las ganas de salir en la foto de unos y la voluntad de acuerdo de otros han provocado un pacto que deja el nuevo Estatut muy disminuido? No, en absoluto, el nuevo Estatut supondrá un gran salto hacia delante para el autogobierno.
Un Estatut es por definición un pacto entre Catalunya y el Estado, no una imposición unilateral del Parlament ni del Congreso de los Diputados. Pues bien, de eso se trata, de negociar y de llegar a un buen acuerdo, de sumar los apoyos necesarios para garantizar su aprobación. Con el nuevo Estatut sólo tiene que haber un ganador: la ciudadanía de Catalunya, pues dispondremos de mayores competencias y recursos. Y sólo habrá un perdedor: la derecha política y mediática española, que pronto verá como incluso las comunidades gobernadas por el PP desean seguir la vía catalana.
Comenzaré haciendo un rápido repaso de los contenidos de los acuerdos a los que se ha llegado, no en la reunión Mas-Zapatero, sino a lo largo de todo el proceso de negociación y con posterioridad a esta reunión, y que actualmente está concretando la ponencia:
La definición de Catalunya como nación no se ha logrado plenamente, aunque figura en el preámbulo como redacción aprobada por el Parlament. Pero se reconocen los derechos históricos, es decir, la singularidad de Catalunya, y el derecho y el deber de conocer las dos lenguas.
Se mantiene el título de derechos y deberes sociales aprobados por el Parlament, derechos exigibles ante los tribunales, como los que se refieren a que la libre decisión de las mujeres sea determinante en relación con su propio cuerpo y su salud reproductiva y sexual, al derecho a una muerte digna y al reconocimiento de la diversidad de modelos de familias. Derechos que CiU ha querido eliminar en la negociación en su totalidad, sin éxito.
En cuanto al método para preservar las competencias propias de la Generalitat, el llamado blindaje de las competencias, se mantiene. Se amplían las competencias, en relación con el Estatut del 1979, en cuestiones fundamentales como inspección de trabajo, etapa educativa de 0 a 3 años, servicios de cercanías y regional de Renfe, política de becas, gestión de puertos y aeropuertos e inmigración, entre otros. El Tribunal Superior de Justícia de Catalunya será la última instancia judicial y se crea el Consell de la Justícia de Catalunya, con una parte de los miembros elegidos por el Parlament.

La Generalitat podrá participar en la elección de los organismos económicos del Estado, como el Banco de España y el Consejo Nacional del Mercado de Valores, entre otros. La participación en la UE y la proyección exterior de la Generalitat han quedado garantizadas.
Se mejora sustancialmente el autogobierno de Catalunya en el ámbito de la financiación, con el incremento de la cesta de impuestos participada por la Generalitat, más capacidad normativa y la creación de una Agencia Tributaria propia que se consorciará con la del Estado. La aportación de Catalunya únicamente podrá servir para financiar servicios básicos de otras comunidades y en ningún caso puede alterar la posición de Catalunya en la ordenación de rentas per capita entre las comunidades autónomas. Se garantiza una inversión en infraestructuras equivalente al PIB durante siete años. Y, lo que es fundamental: el Estatut no queda supeditado a la LOFCA y se establece una relación bilateral con el Estado a través de la Comisión Mixta. En definitiva, un modelo muy similar al que pactaron el PSC, ERC e ICV-EUiA.
Hecho el repaso de los contenidos, y en cuanto a la puesta en escena, no hay duda de que se hubiera podido hacer mejor. Hubiera sido necesario un trabajo unitario de todas las fuerzas políticas catalanas que impulsan el Estatut, durante todo el proceso de debate y no solamente al final. Pero Mas quiso sacar el máximo provecho partidista de las negociaciones, con una puesta en escena que le diera protagonismo porque su problema es que Catalunya tendrá el techo de autogobierno más elevado de su historia contemporánea con un Govern de izquierdas y con CiU en la oposición. Si esto es necesario para desencallar la aprobación del Estatut, bienvenido sea, pero las imágenes y los protagonismos partidistas se disipan con rapidez.

A pesar de todos los malos augurios, a pesar de la brutal campaña de la derecha y de sus aparatos mediáticos, a pesar de las voces que se han levantado y se continuaran levantando contra el Estatut, voces que nos recuerdan el pasado más negro de la historia de España, a pesar de la oposición también de algunos dirigentes socialistas españoles, tendremos un buen Estatut.
El Estatut es de todos, las fuerzas de izquierdas han demostrado que tienen una real voluntad unitaria de hacer avanzar el autogobierno por encima de los intereses de partido, una realidad que contrasta con la falta de voluntad de acuerdo nacional del periodo de Gobierno de CiU. Éste es un gran patrimonio que no podemos desperdiciar. Sería un error convertir una victoria en derrota por la escenificación de un acuerdo. El nuevo Estatut, las nuevas herramientas competenciales y financieras que nos proporcionará, nos permitirán continuar avanzando en la construcción social y nacional del país en los próximos años. Todo ello vale mucho más que la imagen del presidente del Gobierno español con el jefe del principal partido de la oposición del Parlament en La Moncloa un día de enero.


Noticia publicada en la página 5 de la edición de 20/2/2006 de El Periódico

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