Tuesday, September 11, 2007

Los Franco y el escándalo de Meirás

PILAR Rahola

De la mano de Jordi González y Gloria Serra, he vuelto a activar el cabreo. En su Noria de Tele 5, desgranaron algunas de las propiedades que la familia Franco acumuló en la dictadura, y, sin ser un estudio exhaustivo, el reportaje fue espectacular. La cuestión vuelve a la palestra gracias a la reclamación pública que la Xunta hace del Pazo de Meirás, y a la abigarrada negativa de Carmen Franco a abrir las puertas. Pero Meirás solo es la punta del iceberg de una fortuna incalculable que llegó a sus manos por las múltiples vías de la extorsión de una dictadura, desde regalos millonarios por favores, pasando por palacios comprados y subastados por el Gobierno, para acabar en manos de Carmen Polo, hasta las famosas recepciones de los martes en el Pardo, donde nadie arribaba sin el regalito al dictador.
Especialmente vergonzante es el Canto del Pico, en Torrelodones, residencia del Ejército republicano, lugar donde murió Maura, y negocio millonario de los Franco, en su venta en los 80. Y todo ello sin olvidar la fuga de documentos oficiales del Pardo, que pasó a manos de la Fundación Franco, y que soporta acusaciones de venta a anticuarios. El global de la fortuna de los Franco no es conocido, ya que las cuentas nunca han sido auditadas, pero algo se sabe. Que Carmen Polo gozó de un suelo de más de 12 millones de pesetas hasta su muerte, en 1988, que 50 sociedades mueven su fortuna, y que en la finca de Valdelasfuentes, con 10 millones de metros cuadrados, adquirida por los Franco en los 60, se han proyectado 4.000 viviendas. Es decir, siendo pésimos gestores, algunos de vida alegre y ninguno dotado para los negocios, los descendientes del dictador se permiten una vida de lujo y despilfarro gracias a la fortuna acumulada.
La vergüenza no solo atañe a la dictadura. Hasta los 90 gozaron de extraños privilegios, Hacienda miró a otro lado y hasta tenían pasaporte diplomático. Es decir, con la dictadura se hicieron multimillonarios. Con la democracia, legitimaron el siniestro origen de su fortuna. ¿Por qué? La pregunta más inquietante es otra: ¿hasta cuando?

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