Monday, May 26, 2008

Marco, sin papeles, en busca de mamá

JOSEP Pernau

Érase una vez un chico italiano llamado Marco que decidió cruzar el Atlántico para ir en busca de su mamá, que en momentos de depresión económica había decidido viajar a Argentina para ganar un salario con el que mantener a la descendencia. Salió de los Apeninos y llegó hasta los Andes. Al encontrarla, Marco la informó de los abusos de un gobernante de su país llamado Berlusconi que convierte en delincuentes a todos los extranjeros que, apremiados por la necesidad, de lo último que se acordaron fue de tramitar los papeles. El hijo le contó a la madre que a los que carecen de documentación les pueden caer entre seis meses y cuatro años de cárcel. Y ya en la escalerilla del avión, de regreso a Italia, coincidieron en señalar que Argentina es un paraíso, porque les aceptó sin tener que mostrar documento alguno. Y colorín colorado, la historia de Marco y su mamá ha terminado.
Si nunca ha faltado un plato de pasta en una mesa italiana ha sido porque la marina no ha parado en sus viajes transatlánticos con el cargamento de los excedentes de población de Italia. A Argentina o a otro lugar. Italia tiene ahora 60 millones de habitantes. Pues la misma cantidad es descendiente de italianos del exterior, como Marco y su mamá, antes de volver. Sesenta millones en la tierra propia y 60 millones más en el ancho mundo. América los acogía a todos y gracias a las facilidades para quedarse, los parientes que seguían en Italia podían comer. La exportación del hambre y la pobreza ha sido rentable. Y otro dato significativo: ahora hay tres millones de inmigrados en Italia, mientras que los emigrantes italianos son 10 veces más.
Marco y su mamá prometieron que al llegar le pasarían estas cifras por la cara al tal Berlusconi. A ver si se le caía de vergüenza.

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