Sunday, July 23, 2006

El Gobierno de Cataluña y el giro social

• En dos años y medio, el tripartito ha puesto las bases de nuevas políticas económicas y sociales

ENRIC Marín
Profesor de la UAB

Hemos entrado en periodo electoral. En este tipo de situaciones, la retórica propagandística ocupa una buena parte del debate público. Nos encontramos de lleno metidos en él. Y en las últimas semanas se ha podido ver de forma nítida cuáles serán los ejes discursivos del catalanismo conservador en esta larga campaña electoral: bipartidismo, crítica al sucursalismo y descalificación del Govern de izquierdas (del "mal gobierno"). También habrá un debate elíptico sobre la "denominación de origen" de los candidatos.
Los dos primeros son un clásico en el planteamiento electoral de CiU. La novedad para una formación política que había gobernado seis legislaturas de forma ininterrumpida es la crítica desde la oposición. Y las primeras declaraciones son inequívocas: se ha optado por una visión literalmente apocalíptica del Gobierno catalanista de izquierdas. Govern que no tuvo ni un día de tregua desde antes de su constitución. Ni por parte del Ejecutivo presidido por Aznar ni por parte de la oposición catalana. Para los primeros, el Gobierno catalán de izquierdas era anticonstitucional y, literalmente, "rompía España". Para los segundos, el Govern significaba desorden y "desnacionalización" (¡"deconstrucción nacional"!). De la desnacionalización ya nadie habla. Queda, pues, el desorden y el "mal gobierno". Hablemos de ello. Y descontemos la aprobación del nuevo Estatut, que, por cierto, había sido aplazada a lo largo de los ocho años de pacto CiU-
PP en Madrid y en Barcelona. Es verdad que el resultado final no ha sido ilusionante y ha quedado manifiestamente por debajo de las expectativas iniciales. Cierto. Pero esto es más imputable a quien desde la oposición y unilateralmente negocia el alcance de las rebajas que a quien impulsa el proceso desde el Govern. ¿Qué justificación tiene una visión catastrofista de la obra de gobierno de estos tres años?

EMPECEMOS por reconocer que el dispositivo de toma de decisiones propio de un gobierno de coalición nunca ha funcionado de forma satisfactoria. Y que ello ha generado mucho ruido mediático en un país acostumbrado a gobiernos democráticos muy personalizados a lo largo de casi un cuarto de siglo. Sin embargo, esto no ha impedido desplegar una obra de gobierno remarcable. Recordemos el punto de arranque. ¿Cuál era la situación con la que se encontró el Govern de izquierdas a finales del 2003?
Esquemáticamente, la podemos resumir en siete factores: insuficiencia financiera y competencial; atraso en la modernización del sistema productivo (demasiado dependiente del "tocho" y el turismo de masas barato y estacional); déficit crónico de infraestructuras; enquistamiento de desequilibrios territoriales y sociales; funcionamiento insatisfactorio del sistema educativo; estancamiento del uso social del catalán, y falta de definición de políticas globales para afrontar los retos planteados por la nueva inmigración.
Las líneas maestras del contenido programático del pacto del Tinell pretendían dar respuesta a estas carencias estructurales. Y, obviamente, eran necesarios más de cuatro años para consolidar un giro económico y social suficientemente consistente. ¿Qué ha podido hacerse durante estos dos años y medio? Establecer las bases de nuevas políticas econó- micas y nuevas políticas sociales. Las políticas públicas han experimentado un importante giro social sin dejar de profundizar en su dimensión nacional. Consideremos solo tres iniciativas emblemáticas para que resulte más comprensible esta afirmación: El acuerdo estratégico para la internacionalización, la calidad del empleo y la competitividad de la economía catalana, la ley de barrios y el pacto nacional por la Educación. El acuerdo estratégico para la competitividad ha significado un esfuerzo de coordinación y transversalidad entre tres departamentos que, con los sindicatos y las patronales, han definido un marco que ya está posibilitando la rápida modernización e internacionalización del modelo económico catalán. En un contexto de alteración demográfica acelerada, la ley de barrios aproxima las políticas sociales a la ciudadanía. Por último, el pacto nacional para la educación ha marcado un punto de inflexión histórico en el ámbito en el que con toda probabilidad nos jugamos el futuro: la capacitación, la formación y la educación. No es poco para un Govern acusado de no gobernar o de "malgobernar".

EN LOS AÑOS 90 del siglo pasado los demócratas norteamericanos acuñaron la frase "es la economía, estúpido". Y una gráfica resumía la brillante evolución de la economía nacional. El pasado lunes supimos que la economía catalana ha empezado a crecer por encima de la economía española y muy por encima de la economía europea. No es este un hecho que avale ninguna visión apocalíptica de las políticas impulsadas por el Gobierno catalanista de izquierdas.


Noticia publicada en la página 6 de la edición de 23/7/2006 de El Periódico

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