Saturday, December 11, 2004

Un exagente demanda a la CIA

EL CONFLICTO IRAQUÍ // LA MANIPULACIÓN DE LA INFORMACIÓN

Un exagente demanda a la CIA por obligarle a dar datos falsos de Irak

• El espía afirma que fue destituido tras negarse a respaldar que Bagdad tuviera armas prohibidas
• Asegura que sus superiores le engañaron y en represalia abrieron investigaciones en su contra

MERCEDES HERVÁS
NUEVA YORK

La Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) presionó a uno de sus principales agentes para que falsificara datos sobre las armas de destrucción masiva de Irak --con las que la Casa Blanca justificó la invasión de ese país en 2003-- y tomó represalias contra él cuando se negó a hacerlo. Esto es lo que sostiene la demanda judicial presentada ahora por el agente, que fue despedido el pasado agosto y es el primero en denunciar directamente a la CIA por sus manipulaciones sobre las famosas armas, que no han aparecido.
"Sus informaciones contradecían el dogma oficial, y ellos no querían escucharlas", explicó al periódico The Washington Post Roy Krieger, abogado del agente, cuyo nombre no ha sido revelado. Se sabe, sin embargo, que es un veterano con 23 años de servicio en la CIA y que presentó su demanda el pasado viernes ante un tribunal de la capital, Washington.
Según la demanda, en poder del Post, el agente fue presionado por sus superiores para que ajustara sus datos sobre las armas de destrucción masiva a la posición de la Casa Blanca. Entonces, en los prolegómenos de la guerra de Irak, el presidente, George Bush, no cesaba de insistir en que eran una grave y creciente amenaza para el mundo. Al agente le exigieron suprimir las informaciones contrarias a esa posición.

ENTREVISTA CON PORTER GOSS
Un alto funcionario "insistió en que falsificara los datos que transmitía", y cuando el agente se negó, "los jefes" de la División de Contraproliferación de la CIA le ordenaron "que suspendiera todo contacto" con la fuente de sus informaciones, sostiene también la demanda. Además, el agente denuncia que sus superiores le engañaron, diciéndole que ellos transmitirían sus datos a Bush y que transmitirían sus otros informes de espionaje a través de los canales normales, cosa que nunca hicieron.
En las últimas semanas, el abogado del agente ha solicitado --por escrito-- una entrevista de su defendido con el nuevo director de la CIA, Porter Goss. Quiere, dice, plantearle "la gravedad de las acusaciones de la demanda, incluyendo la de engañar deliberadamente al presidente sobre información de espionaje referente a armas de destrucción masiva".

READMISIÓN, PROMOCIÓN Y DINERO
En su demanda, el agente solicita que la CIA lo readmita, le conceda la promoción que le negó, dice, como represalia, y le abone los salarios no percibidos, además de los gastos legales. También exige una cantidad de dinero que compense los perjuicios que ha sufrido, en vista de la ambiciosa operación que llevaron a cabo sus superiores para desprestigiarle primero y despedirle después.
De entrada, le abrieron una investigación acusándolo de haber tenido relaciones sexuales con una informante, algo que además aprovecharon para privarle de una promoción bajo presiones directas del subdirector de operaciones, James Pavitt, según reza la demanda. Después le abrieron otra investigación con la acusación de que había robado dinero que la CIA destinaba a pagar a sus fuentes. En septiembre del 2003 lo suspendieron sin explicaciones, y en agosto de este año lo despidieron "por razones no especificadas".


El desertor de Irak

EL CONFLICTO IRAQUÍ // REPORTAJE >> LOS OBJETORES DE CONCIENCIA

El desertor Hinzman

• Las autoridades de Ottawa estudian si conceden asilo político al soldado de EEUU refugiado en Canadá para no ir a Irak
• El afectado teme represalias

MERCEDES HERVÁS
NUEVA YORK

Jeremy Hinzman se hubiera conformado con que el Ejército le empleara "como cocinero, enfermero, conductor de camiones o administrador". Pero las esperanzas de este joven estadounidense de 26 años, a quien repelía la idea de matar pero se enroló en el 2001 para poder pagarse una educación, se frustraron pronto. Primero fue enviado a Afganistán, después se le negó el estatus de objetor de conciencia y, por último, fue destinado a Irak. Ésta fue la gota que colmó el vaso. Hinzman desertó a Canadá, donde ahora se ha convertido en un símbolo contra lo que considera una "guerra criminal".
"Yo me enrolé para defender a mi país de todos sus enemigos, extranjeros y nacionales, no para llevar a cabo actos de agresión", explicó, tras desertar a comienzos de año. Faltaban pocas semanas para que su unidad, la 82 División Aerotransportada, con base en Fort Bragg (Carolina del Norte), viajase a Irak. Para entonces, su conciencia y sus creencias, cualesquiera que fueran, le decían que no podía servir como soldado en ese país, porque todos los árabes eran considerados por sus superirores "terroristas" y "salvajes".
Hinzman temía cometer crímenes de guerra. "Cualquier acto de violencia en un conflicto injustificado es una atrocidad", explicó esta semana ante el Consejo de Inmigración y Refugiados de Canadá, que debe decidir si le concede el asilo que ha solicitado para él, para su mujer, vietnamita, Nga Nguyen, y para su hijo Liam, de dos años.

"Disfrutaban matando"
Sus temores eran justificados, en vista de las afirmaciones del sargento de marines Jimmy Massey, quien testificó en su apoyo ante el Consejo. "Yo sé que hemos matado a civiles deliberadamente", declaró el pasado martes, al describir la matanza en Bagdad de al menos 30 civiles iraquís en un plazo de 48 horas tras la invasión de marzo de 2003. Massey vió como "muchos marines se convertían en psicópatas y disfrutaban matando".
Algo que no es de extrañar, ante las consignas que recibieron los soldados durante su entrenamiento, descrito con todo lujo de detalles por Hinzman. "Nos hacían correr cantando: '¿Qué hace crecer la hierba? ¡Sangre, sangre, sangre roja brillante!' y '¡nos entrenan para matar, mataremos!'... Recuerdo haberme quedado ronco de tanto gritar estas consignas", explicó.

El ejemplo de Vietnam
La decisión de las autoridades canadienses de Inmigración, que no se conocerá hasta finales de enero, influirá también sobre la suerte de otros cinco soldados estadounidenses más que han cruzado la frontera norte de su país para no tener que combatir en Irak. Con ello, aunque a escala mucho más reducida, siguen el ejemplo de los 30.000 a 50.000 estadounidenses que se refugiaron en Canadá durante la guerra de Vietnam tras desertar del Ejército.
Hinzman, que aguarda en Toronto a conocer su suerte, teme represalias si no le conceden el asilo que ha solicitado. Para empezar, los militares podrían condenarle a una pena de hasta cinco años de prisión, aunque la condena normal por deserción es de uno. "Me procesarían por actuar de acuerdo con mis creencias políticas, por negarme a hacer algo equivocado", afirmó. Y ése no sería el único castigo por desertar pues, según dijo, sus "posibilidades de encontrar trabajo después serían muy escasas".